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Mujer y Familia

¿Madres incubadoras en Villa Clara?

¿Madres incubadoras en Villa Clara?

Las madres que hacen la función de incubadoras logran mejores resultados que los obtenidos mediante la técnica tradicional, utilizada para recién nacidos que pesan menos de mil 500 gramos, afirman expertos villaclareños del Hospital Materno Mariana Grajales, que utilizan el servicio piel a piel desde hace más de un año.

 

La asistencia consiste en colocarle a la progenitora un cargador con el neonato de bajo peso que puede ser amamantado, y los efectos son magníficos; declaró la doctora Caridad Herrera, especialista del referido centro, donde unas 30 madres han hecho la función de incubadoras de sus hijos.

 

Las bolsas son confeccionadas con felpas en el propio hospital, el bebé no siente el ruido de la máquina incubadora, sino los latidos del corazón de la madre, y según las investigaciones científicas el contacto directo eleva la calidad de vida del nuevo ser.

 

La doctora Caridad Herrera declaró que este calor piel a piel origina en el bebé mayor desarrollo de la afectividad, inteligencia, y del sistema nervioso central.

 

Claro que el proceder no se le aplica a todos los niños con bajo peso, algunos requieren de la terapia y de otras técnicas nutritivas, pero lo cierto es que cuando las madres hacen la función de la incubadora, sus niños se recuperan en menos tiempo.

 

En el caso de los gemelos, las abuelas pasan también al servicio piel a piel, función que asumen si la progenitora está grave. En otras ocasiones el padre también puede suplir a la esposa en esa función.

 

Lo ideal siempre es el contacto piel a piel, madre-hijo. Esta técnica fue retomada de los ancestros, sobre todo de otras comunidades de América Latina, como Perú, y quizás el primero que la usó de manera empírica no se imaginó los aportes que hizo a la ciencia moderna.

 

Fuente Berta Pulido, de CMHW

Pase usted...está en la Casa de la Mujer y la Familia

Pase usted...está en la Casa de la Mujer y la Familia

En estos 17 años Villa Clara ha sobrepasado los 2 millones 256 mil personas atendidas (de uno y otro sexo). (Fotomontaje: Carlos Rodríguez Torres). 

  Estas personas guían bien sus pasos. No importan sus nombres ni la causa que las conduce al recinto, solo que se dirigen hacia un lugar seguro: a la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia, que este 8 de septiembre anda de cumpleaños. Aquel sueño nació hace 17 años en el centro de Cuba. Santa Clara lo bordó con hilo fino, después de analizada otra de las ideas brillantes de Vilma Espín Guillois encaminadas, por aquel entonces, a consolidar los derechos femeninos y la igualdad de la familia en tiempos de coyunturas difíciles para nuestro archipiélago con la entrada de los 90. Las dirigentes locales de esa etapa comenzaron a labrar la sonrisa perfecta» que lograran alas y emprendieran el vuelo. Así, se abrió la primera puerta de dichas casas en la provincia y en Cuba. En el chalet de Carretera Central y calle 3a., del reparto santaclareño de la Vigía, infinidad de colaboradores brindaron aquel día por una nueva historia. Ninguno cobró un centavo adicional por comenzar a soñar sin temor a los tropiezos, en un proyecto que basó su antecedente en la Cátedra Mujer y Desarrollo —creada antes en el Instituto Superior Pedagógico (ISP) Félix Varela—, bajo la conducción de la otrora rectora Mercedes Piñón Jareño. Hoy en el terruño suman 17 casas (una en cada municipio, dos en la capital villaclareña, otra en Jibacoa y la insigne de la provincia), entre las más de 154 existentes en el país. Mayelín Díaz Rodríguez, miembro del secretariado provincial de la FMC, hurga en sus recuerdos, y se detiene en el hecho de que para constituirlas no fue necesario convocar.  «Respetables profesionales del propio ISP, del MINSAP, del Centro Provincial de Educación para la Salud, de Justicia y de múltiples organismos nos tendieron sus manos. Ya sentíamos que nuestros sueños tomaban las sendas de la realidad. Sin el aporte de ellos hubiera sido imposible.» La memoria traiciona. Por eso Mayelín evita mencionar nombres. Habla de excelentes hombres y mujeres identificados con las problemáticas de las féminas, de la familia y de la igualdad, que se sumaron a esta idea sin pensarlo dos veces. Entre ellos, la doctora Xiomara Ruiz Gamio, quien físicamente ya no está; sin embargo, permanece en el quehacer del colectivo. —¿El momento más importante? —Varios… Diría que los programas de adiestramiento con orientación dirigida a oficios como peluquería, masajes, corte y costura y otros tantos que han propiciado, incluso, nuevas fuentes de empleo a personas antes desvinculadas del estudio y el trabajo. —¿Y las novedades del camino? —Hace muy pocos años se insertó el proyecto FOS (auspiciado por Bélgica), encaminado al fortalecimiento de la salud sexual y reproductiva en materia de orientación y capacitación. Ya es aplicable en las casas de Santa Clara, Camajuaní, Manicaragua, Santo Domingo y Caibarién; en tanto uno similar dirigido a contrarrestar  la violencia adquiere vigencia en Placetas y Sagua la Grande. —¿Hasta qué punto rompieron el reto de sacar el trabajo de las casas fuera de las cuatro paredes? —Siempre tuvimos esa preocupación de encasillarnos. De inicio lo hicimos. Dábamos los primeros pasos. Luego, constatamos la necesidad de la extensión comunitaria, de aprovechar la sabiduría de los colaboradores, de aplicar esta experiencia —única en el mundo y totalmente gratuita—, según las problemáticas de cada área y llevarlas hasta allí. —Y cuando hacen una retrospectiva de 17 años, ¿imaginaron que aquellos sueños iniciales valieron la pena y buscaron las alturas? —Pensamos, como organización, que lo soñado no fue en vano. Poco a poco tomamos altura sin creernos que hacemos algo inmaculado, pero de lo que sí estamos seguras es de que todos los sueños encontraron sus  

Entre espinas y flores

Entre espinas y flores

René González cumple injusta condena de 15 años de privación de libertad en los Estados Unidos. ¿Su delito? Prevenir a Cuba de las acciones terroristas organizadas por la mafia anticubana.

 Pero la cárcel no ha podido encerrar su dignidad y perseverancia.  Tampoco la admiración por su madre: Irma Sehwerert Mileham. El domingo 13 de mayo, un vuelo entre rejas le acercó a quien le dio la luz de la vida, y a quien pudiera dedicarle los versos de José Martí: “Mírame, madre,Y por tu amor, no llores:Si esclavo de mi edad y mis doctrinasTu mártir corazón llené de espinas,

Piensa que nacen entre espinas, flores”.

 Irma sabe que su hijo despega cada amanecer con la libertad de quien tiene de su lado la verdad y la justicia. Asimismo, ella comprendió la trascendencia de la misión de René y de otros cuatro cubanos encarcelados desde 1998 por luchar contra el terrorismo. «Al principio cerraba la puerta de mi cuarto. Me faltaba el aire porque no podía concebir que ellos permanecieran en prisión; pero después uno va adaptándose, al verlos con optimismo, con firmeza... que no han dejado de sonreír, de ser personas alegres, algo que realmente valoras porque son sus principios los que los han mantenido íntegros. Entonces, eso te tranquiliza»; asegura Irma Sehwerert, una mujer de extraordinaria fortaleza.«En cierta ocasión nos reunimos en la ciudad de Camagüey con un grupo de madres que perdieron sus hijos en Angola, con familiares de mártires, y lo digo honestamente, no pude hablar una palabra al ver esas madres dándonos aliento a nosotros. Pero cómo es posible —me decía— son ellas las que debían estar sentadas aquí, porque los míos están vivos, pero ellas no tienen la posibilidad de ver a los suyos, qué les puedo decir yo a estas madres, a quienes debemos nosotras rendirle homenaje. Por lo tanto, esta es la etapa que nos ha tocado, y tenemos que vivirla a la altura de lo que se pide por la humanidad». Mayo sugiere enaltecer a las madres y esposas de los Héroes encarcelados. Son mujeres que vivirán un domingo signado para la unificación familiar sin los seres amados, sin su cariño cercano; mas, contarán con el afecto de los cubanos y con el de las personas dignas del mundo, que las han acompañado durante estos casi nueve años de reclamo de justicia para los luchadores antiterroristas.«Durante las visitas a la prisión lo primero que conversamos es: hijo, estás más delgado, ¿tú estás comiendo?, ¿estás haciendo demasiados ejercicios?, ¿te estás cuidando? «A él le interesa mucho la situación de Cuba, es un tema que no falta... y los vecinos. Nosotros tenemos esa costumbre, él empieza a preguntarme por cada uno de los amigos, cómo están... y los encuentros transcurren con mucha alegría, nos reímos muchísimo, no damos cabida a la tristeza. Diría que allí nadie sonríe, en cambio, nosotros nos pasamos todo el tiempo riéndonos de las cosas de Roberto y René, pues me entero de todas las maldades que ellos hacían cuando eran pequeños, y no las sabía, entonces me digo pero cómo ustedes han hecho esas cosas y me vengo a enterar ahora»; confiesa Irma, en un repaso por la vida que se detiene en la ternura.«René es el ser más noble que hay sobre la tierra, pero tiene unos prontos, que en un momento tú no sabes lo que va a hacer, y eso era una de las cosas que más me preocupaba a mí. Por ejemplo, la injusticia no la resistió nunca, desde pequeño. Lo caracteriza un desinterés total por lo material, René puede vivir en una selva y ser el ser más feliz de la tierra, él es así, y desde niño fue muy cariñoso, muy noble. De mis tres hijos, él es el más cariñoso». René González, ciudadano norteamericano, fue sancionado a 15 años de cárcel. Un tema devenido en polémica, al decir de su madre:«No concibo que él regrese antes que sus compañeros, y él tampoco. Claro, vivimos con la esperanza de que eso no puede ser, de que van a volver los Cinco. Entonces le digo: bueno, mi hijo, cualquier cosa tú tienes que ser disciplinado. Yo no quiero que retorne solo, sino que sean los Cinco los que regresen».Y llegará ese momento. «Con dolor hay que reconocer que se fueron muy jóvenes de Cuba a cumplir una misión, pero ya han pasado casi nueve años, y ya no son tan jóvenes... y el tiempo va pasando; pero tenemos confianza en el pueblo norteamericano —y en su concepto de familia— pero no le ha llegado toda la información sobre el caso. Por ese motivo los Cinco siguen presos. Estamos convencidos de que cuando la opinión pública norteamericana conozca la verdad, seguro van a sentir un gran pesar al conocer que estos cinco hombres, que también estaban defendiendo ese pueblo, vivan ya tantos años privados de libertad.«Yo nunca he llorado en público, porque esa no es la actitud, debemos ser firmes, y expresar nuestra convicción de continuar la lucha para que los Cinco regresen a casa», aseveró Irma Sehwerert, la madre que no llora por su amor, pues sabe que nacen entre espinas, flores.   Fuente Xiomara Rodríguez Cruz  5/12/2007 

Entre guajiro y guajira

Entre guajiro y guajira

Una larga explanada indica el camino. Casas modernas lo engalanan, junto a los palmares, el área platanera y el guayabal cercano que lo rodean. Casi a la entrada del sitio realza el taller de maquinaria, y allá, en lo último, un inmenso depósito elevado de agua, semejante a una nave marciana, que aporta una nota peculiar a ese segmento placeteño ocupado por la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Alexander Stambolisky.

Caminar por el terraplén denota que la campiña actual difiere de la descrita en libros y revistas del ayer. La Universidad para Todos cala, y ya no se escucha tanto un «entodavía» o un «haiga».

El paisaje se transforma. Una placita para el expendio de las propias producciones logradas en los surcos abonados en la jurisdicción, y contiguo, el consultorio médico con una enfermera de excelencia: Inés Delgado Rodríguez, quien acumula 34 años de  experiencia.

De pronto, aparece un tractor. Aún no se divisa su conductor. Viene en marcha… ¿Cómo? ¿Una mujer? En efecto. Claribel Riverol Jiménez, residente en el asentamiento desde 1986. Le apodan La Guajira y transporta en su vehículo a las brigadas de autoconsumo y de cultivos varios de la CPA. Alguien que, según cuentan, hace historia.

VOLANTE y VOLANTE

Todo comienza porque el esposo de Claribel, Humberto García García, resulta también tractorista, maslas preferencias del público inclinan la balanza de la profesión hacia ella.

«Excelente chofer y mecánico, pero yo no sé qué pasa que si ponemos las carretas juntas, la mía se llena más rápido», confiesa La Guajira.

Y la parte contraria riposta: «Con ella se montarán los hombres, pero cuando yo salgo vaya a ver a quién prefieren las pepillas.»

Aun así, entre ellos prevalece la armonía. Treinta y dos años de matrimonio en los que han compartido momentos alegres y difíciles. Lo rutinario en cualquier pareja, y si de algo vive contenta Claribel es que figura entre las muy escasas tractoristas existentes en la provincia.

«Humberto me enseñó a mecanearlos. Y ahí está mi MTZ-80 dispuesto para lo que sea. Soy su «médico» de cabecera porque de tornillos y mecanismos he aprendido bastante. A veces las roturas han sido complejas. Faltan las piezas; sin embargo, le doy por aquí y por allá hasta vencer el problema, y si no puedo, solicito ayuda pues el ser humano no debe sentirse dueño del mundo.»

—Y no ha pasado apuros al mando del timón?

—Oigame. No quiero acordarme del día en que iba subiendo una loma con la carreta cargada de malangas y se atravesó una vaca. Me las vi oscura. Puse palanca y clochet, pero aquel aparato se iba hacia atrás. Dije, no te puedes turbar Guajira. Poco a poco, salí del aprieto y controlé la situación.

Humberto se rascaba la cabeza al saberlo. Una sola palabra expresó: «Naciste.» No obstante, conoce las peculiaridades y está seguro de que en su mujer sí hay timón.

«Eso de hacerse tractorista fue por cuenta mía —sentencia El Guajiro—. Llevábamos tres o cuatro años de casados cuando la embullé. Yo fui su maestro, y desde entonces, aprecié su espuela para dominar el equipo. Sacó la licencia. Aprobó, y a veces, nos damos cruce en el camino. Ella, sumamente responsable. Si digo otra cosa miento.»

Para Claribel Riverol el tractor tiene su magia. Hay que verlo pintadito de un rojo resplandeciente, despojado del polvo inevitable de la campiña durante la sequía o del fango penetrante siempre que un aguacero bendice a la zona.
Una vez en el hogar, quien primero llega inicia las faenas. Tres hijos y cuatro nietos se suman a los componentes familiares. Una de ellos, la pequeña Keily Díaz García, con solo cinco años, prefiere la comida de Mima —léase La Guajira—, aunque pide que nadie se entere.

—¿Qué piensa Claribel?

—Yo no sé si será eso que ahora le llaman autosuficiencia. En verdad, El Guajiro ayuda muchísimo, pero no hace nada mejor que yo. Creo que hasta en la guataquea le gano.

—¿Y cómo mujer siente algún miedo?

—Ni siquiera a las ranas, así que mucho menos al tractor.

Humberto sonríe y decide que nada mejor para finalizar que una buena controversia. Esa que arranca en el portal de la casa cuando él irrumpe:

               No vaya a pensar ella
               que porque soy veterano,
               me va a llevar de la mano
               como si fuera su estrella.
                Ah, que de verdad que es bella,
                es verdad que si lo es,
                pero no me rindo a tus pies
                porque si me da la gana,]
                mañana me busco otra
                y yo te dejo al revés.

        Ella: Muchacho de qué alardeas,
                no dejes que yo te mate
                si hace tiempo el almanaque
                te sacó de la pelea.
                pues aunque tú no lo creas
                tu mente ya está caduca
                y estoy viendo que a tu yuca
                ya le ha caído calambre
                y estoy pasando más hambre
                que un piojo con una peluca.

Los vecinos aplauden. Las puertas del hogar cierran discretamente con la picaresca evidente de lo que va a suceder, porque adentro, entre Guajiro y Guajira, no hay distancias ni secretos.

—La CPA Alexander Stambolisky —donde conviven El Guajiro y La Guajira— pertenece a la Empresa Agropecuaria Benito Juárez, de Placetas, que cuenta con mil 301 hectáreas de extensión; de las cuales 830 están dedicadas a la ganadería como sostén principal.

—El resto se comparte entre cultivos varios, recursos forestales y frutales, con un asentamiento poblacional enclavado en la propia Villa de Los Laureles y otro en la localidad de Oliver.

—Sus fincas están vinculadas a los resultados finales. Una parte destinada al cultivo de yuca y plátano, en tanto la producción lechera es entregada a la industria láctea.

—De sus 52 cooperativistas, solo 12 son mujeres, y por sus saldos integrales la CPA acumula distinciones, y posee la suerte de tener a una de las pocas tractoristas que andan por los caminos de Villa Clara.

CONTRASTES 
     
Lino Garante y su esposa Albecia tienen en la piel las marcas del campo. Un trabajo continúo en sus siete décadas de existencia que ha hecho sus estragos.

Ellos residen a más de mil 800 km del norte de Lima, la capital peruana, en un punto llamado Chulucanas. Un poblado pequeño donde sobresale la iglesia y el camposanto.

Es tan rústico el hogar de la pareja, que apenas conocen de la modernidad eléctrica. Ni siquiera existe un radiecito para llenar, en parte, la necesaria espiritualidad en una tierra identificada por sus mangos y cerámicas.

A la puerta del matrimonio jamás ha tocado un médico ni conocen las bondades de una enfermera ni de los avances de las tecnologías. A lo mejor tampoco han apreciado un tractor.

Aunque no han visto a un galeno, Albecia aparece como una mujer enferma. Algunas veces las abejas del colmenar cercano incursionan, y le dejan su picada en algún segmento del cuerpo. Como consecuencia se inflama, y tratan de disminuir la hinchazón a base de remedios.

Lino se cruza de brazos. Albecia permanece en un sillón donde pasa las mañanas y espera cada noche. Así, un día y otro. Consumiendo la esperanza, restándole cada vez más a la existencia.

¿Tenemos o no nuestras Razones?

Por: Ricardo R: González