En el INIVIT parte de la fuerza laboral es femenina
Más que utopías son realidades. Bien lo sabe el doctor Sergio Rodríguez Morales, quien, de los 39 años de existencia de este centro, lleva 16 al frente de sus destinos y el resto, como vicedirector.
Ello le permite afirmar que dichos misterios se pueden conocer sin menospreciar la interrelación con el medio ambiente y el factor humano, a tenor de que cada productor cuenta con su sabiduría.
En medio de todo, impera combinar métodos y el logro de semillas más vigorosas obtenidas por fases genéticas, pues fisiológicamente las plantaciones reciben las grietas del agotamiento, envejecen y degeneran.
Impedirlo constituye una de las líneas fundamentales de este complejo dominicano, en busca de ese «traje a la medida» que, al decir de Sergio, favorezca otras aristas del quehacer agrícola, si se toma en cuenta que el 70 % de los suelos cubanos exhibe las marcas de la erosión o muestra ciertos rasgos de afectaciones en su fertilidad, ante cambios climáticos más agresivos, nuevas plagas y enfermedades o el déficit de insumos que incitan a la búsqueda de alternativas.
TONADA GUAJIRA
El preludio en el INIVIT no brota ni desde el tres ni del laúd. Sale del intelecto y de la labor de 370 trabajadores, de los cuales 63 cuentan con el título de investigadores y más del 80 % de su plantilla porta el distintivo de anirista.
Cada año le impone retos ante el difícil camino de obtener variedades de raíces y tubérculos (viandas) tropicales o de plátanos y bananos con el ciclo productivo completo, sin descartar el mejoramiento genético, la fitotecnia de los cultivos (biofertilizantes, nutrición, uso de medios biológicos), hasta llegar a la producción de semillas.
«Las dos visitas realizadas por Fidel Castro al INIVIT —afirma Rodríguez Morales— dejaron latiente este mensaje. El logro de nuevas variedades que no sustituyen los métodos convencionales, y, a la vez, perfeccionar la sendas de la biotecnología.»
Y aparece el dilema: el mundo contemporáneo aboga por productos de calidad y libres de contaminación. Ese universo exige el intercambio a través de vitroplantas que eliminan patógenos transmitidos por semillas y posibilitan multiplicar las variedades en menor tiempo.
Estas garantías han propiciado la firma de múltiples convenios foráneos con la institución villaclareña, que presenta, entre otros avances, el tercer banco de germoplasma (conjunto del material hereditario transmitido en la reproducción a la descendencia por medio de los gametos o células reproductoras) de boniato (Ipomoea batatas) en Latinoamérica, con 650 variedades, solo superado por Perú y Brasil, y en igual posición, el de yuca (Manihot esculenta), con primacía de Colombia y del propio coloso sudamericano.
Si algo no admite el INIVIT es la exclusividad del conocimiento. Sus semillas de plátano (Musa spp.), yuca, malanga (Colocasia esculenta o Xanthosoma spp.), boniato, maíz (Zea mays) y calabaza (Cucurbita pepo L), aparecen por cualquier punto del caimán antillano.
La experiencia, los golpes de la vida, el saber escuchar al productor y el fitomejoramiento participativo, resultan fortalezas de su sistema.
Si no que lo diga Pastor Venereo, un campesino pinareño cuyos boniatos se siembran en el Yabú de Santa Clara. O aquel cultor holguinero que, en tiempos de aguda sequía por aquella zona, cogía el estiércol vacuno con una mezcla de agua, situaba las estacas de yuca y brotaban en su totalidad.
«Eso es generalizar. No importa a quién pertenezca la tecnología, lo valedero está en los resultados. Ese es el propósito del Grupo Nacional de Viandas. No somos jueces ni un equipo de imposiciones. Simplemente, colaboradores que portamos la asesoría de un compromiso productivo en cada municipio del país, y los que abrimos las puertas a las FAR, el MININT, a la tarea Álvaro Reynoso, al MICONS y a todo organismo que, aun con una pequeña parcelita, esté relacionado con la agricultura, pues está comprobado que si se respeta el hombre de campo puede cambiar su mentalidad a la hora de mejorar los cultivos», enfatiza Sergio Rodríguez.
Habrá que buscar variedades y tecnologías según las particularidades del terreno, sin olvidar que en esta rama «con agua solo no se engorda». Las técnicas hay que defenderlas, y el plátano, por ejemplo, lleva su cuota de potasio y urea.
Así anda el magisterio del INIVIT villaclareño, aunque insatisfecho, porque todavía no ha conseguido que los saldos investigativos satisfagan las necesidades sociales ni el signo de generalización corra a la par por todo el país, mientras los impactos de la sequía o las eventualidades de un huracán o de determinadas enfermedades continúan sin respuestas de mayor eficiencia.
También es cierto que la población los cuestiona si las viandas desaparecen de mercados y placitas, cuando hay mecanismos burocráticos de comercialización y distribución que escapan de sus manos.
A pesar de todo, el INIVIT logra credenciales irrebatibles. Especialistas de primera línea imparten sus conocimientos en Venezuela, Ghana, Nigeria, y un grupo partirá en breve hacia Panamá, sin excluir asesorías en México y en otras naciones.
Y por encima de todo, vislumbra como el único Instituto Nacional alejado de los contornos de una Habana citadina, pues tesón y profesionalidad sobran para concederles el pasaporte a los cultores.
REGISTROS 2006
—La generalización de nuevos clones de yuca, boniato y malanga, así como la extensión de otros de plátano vianda y burro a otras partes del universo.
—Manejo integrado para el control de las principales plagas que afectan los cultivos.
—Técnicas biotecnológicas destinadas a la micropropagación masiva de las plantas.
—Metodología para la regeneración de plantas, a partir de suspensiones celulares en plátano vianda. Ello posibilita que pueda reducir la altura tradicional de las plantaciones, según intereses de los programas que buscan mejor adaptación a coyunturas climáticas y atmosféricas adversas.
Por: Ricardo R: González
3 comentarios
Pavoguze -
Cbuwunedud -
Luis R. Parra Serrano -
Saludos